Chupo una Piedra, 2022
Vista de sala. Registro de Fabián Cañás
En la muestra de Azul van Peborgh cuerpos fragmentados de cerámica ocupan el piso de la sala, mientras, en las paredes, delicados trazos revelan paisajes inventados y un pájaro aplastado vigila las esculturas y frases que se plasman en las pinturas. En Chupo una piedra la poesía y la palabra asumen propiedades físicas donde la naturaleza y el cuerpo se entremezclan en una relación de sensualidad y tensión. Las piezas quemadas con esmaltes oscuros nos recuerdan a las piedras lodosas, resbaladizas, a las cuales no podemos confiar nuestro peso; a su vez, en los paisajes recreados, las palabras parecen fundirse, simulan su propio caudal. En la obra de Azul todos los elementos se nos escurren de las manos en el mismo momento en que intentamos atraparlos.